viernes, 1 de febrero de 2013

Cielos castellanos

Tierra de pan y vino,
vino que tiñó de sangre antaño, y
pan que busco pero no mata mi hambre.
Sola, surcando el inmenso cielo castellano,
postrándome ante el único,
ahogando mis principios;
los vendo por ese pan que no sacia.
Mientras surco los grances cielos catellanos.
No hay lazos que aten, ni siquiera
los de su majestuoso rio.
No es igual,
no es mi agua, no es mi curso, ni mi camino,
no es mi destino.
Cómo se abren ante mí esos cielos castellanos.
No hay cobijo, no encuentro mi sitio.
Qué se queden los que oran, los mejores, los seguidores.
Mis hombros ya no soportan esos inmensos cielos castellanos.

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